viernes, 24 de octubre de 2014

¡Misión cumplida!


Debo confesar que en todo momento antes de la actividad, sentí un cierto temor de que las cosas no salieran bien. No es que dudaba de ustedes, sino más bien que yo no había organizado un evento así, era en lo personal un gran reto. Me pasé estos últimos días un tanto nervioso. Por suerte contaba con el mejor de los equipos: mis alumnos.

Pocos minutos antes de iniciar la conferencia me percaté que aun faltaban cosas: muchos aun no se habían ido a cambiar, no estaba el pódium, faltaban los manteles de las mesas, no se habían probado los micrófonos, y aún no terminaban de ensayar la obra. En eso comenzaron a llegar los estudiantes que iban a presenciar la conferencia, hubo que retenerlos un tiempo afuera para que terminaran de ensayar la obra, imagínense el caos, mientras los de organización no aparecían por parte, parecía como si se hubiesen ido a cambiar de ropa a sus casas.

Cuando decidimos dar inicio, mis dudas se acrecentaron, no sabía como harían ustedes para que las cosas marcharan bien. Cuando Anderson abrió el evento, me quedé cerca de una de las puertas traseras del auditórium, y al ver lo bien que lo hacía un aire de confianza me refresco el rostro. Cuando empezó el drama, el cual no había visto ni en los ensayos, salí un momento del auditórium, y me fui al baño a lavar la cara, la verdad estaba muy nervioso, y estando ahí escuche una voz interior que me decía: no te preocupes, ellos lo harán muy bien.

Al entrar nuevamente vi como los actores estaban desarrollando maravillosamente la obra, mejor de lo que hubiese imaginado, me sentí alegre del talento que mostraban y el entusiasmo con que lo hacían. Noté que los de organización tenían “bajo control” a sus más de 400 compañeros que estaban ahí; vi el liderazgo con que se comportaban. Los de recepción también tuvieron un gran reto cuando esa avalancha que ahora estaba ahí sentada comenzó a entrar momentos antes; seguían afuera, tuve que ir a decirles que esa actividad también era para ellas, estaban así de firmes en su deber.

El equipo de Estudio 31 tenia cámaras diseminadas por todo el auditórium, desde los palcos hasta al pié de la tarima. Cuando les pregunté cómo iba todo, solo me respondieron: somos profesionales. Y es verdad, lo son.
Cuando el magistrado Ciprian terminó la conferencia, venia la sorpresa… Conocía bien a Manolo y a Cristian, y sabía que talento no les faltaba, pero jamás los había visto cantar. Se robaron el show.

Este escrito es para decirles lo agradecido que me siento del esfuerzo que hicieron para que el evento fuera un éxito. Estoy muy orgulloso de ustedes, es un honor para mí ser su profesor. En este poco tiempo que llevo tratando con ustedes les he llegado a tomar un cariño especial.


Recuerden “LOS DERECHOS SÓLO SERÁN REALES EN LA MEDIDA QUE  LOS CONOZCAMOS, LOS EXIJAMOS, Y LOS HAGAMOS CUMPLIR”. Ya la semilla está sembrada, esperemos que germine en sus corazones y que sus frutos se traduzcan en acciones que nos acerquen a convertirnos en una mejor sociedad.

C.C

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