Debo confesar que en todo momento
antes de la actividad, sentí un cierto temor de que las cosas no salieran bien.
No es que dudaba de ustedes, sino más bien que yo no había organizado un evento
así, era en lo personal un gran reto. Me pasé estos últimos días un tanto
nervioso. Por suerte contaba con el mejor de los equipos: mis alumnos.
Pocos minutos antes de iniciar la conferencia
me percaté que aun faltaban cosas: muchos aun no se habían ido a cambiar, no
estaba el pódium, faltaban los manteles de las mesas, no se habían probado los micrófonos,
y aún no terminaban de ensayar la obra. En eso comenzaron a llegar los
estudiantes que iban a presenciar la conferencia, hubo que retenerlos un tiempo
afuera para que terminaran de ensayar la obra, imagínense el caos, mientras los
de organización no aparecían por parte, parecía como si se hubiesen ido a
cambiar de ropa a sus casas.
Cuando decidimos dar inicio, mis
dudas se acrecentaron, no sabía como harían ustedes para que las cosas marcharan
bien. Cuando Anderson abrió el evento, me quedé cerca de una de las puertas
traseras del auditórium, y al ver lo bien que lo hacía un aire de confianza me
refresco el rostro. Cuando empezó el drama, el cual no había visto ni en los
ensayos, salí un momento del auditórium, y me fui al baño a lavar la cara, la
verdad estaba muy nervioso, y estando ahí escuche una voz interior que me decía:
no te preocupes, ellos lo harán muy bien.
Al entrar nuevamente vi como los
actores estaban desarrollando maravillosamente la obra, mejor de lo que hubiese
imaginado, me sentí alegre del talento que mostraban y el entusiasmo con que lo
hacían. Noté que los de organización tenían “bajo control” a sus más de 400
compañeros que estaban ahí; vi el liderazgo con que se comportaban. Los de
recepción también tuvieron un gran reto cuando esa avalancha que ahora estaba ahí
sentada comenzó a entrar momentos antes; seguían afuera, tuve que ir a decirles
que esa actividad también era para ellas, estaban así de firmes en su deber.
El equipo de Estudio 31 tenia cámaras
diseminadas por todo el auditórium, desde los palcos hasta al pié de la tarima.
Cuando les pregunté cómo iba todo, solo me respondieron: somos profesionales. Y
es verdad, lo son.
Cuando el magistrado Ciprian terminó
la conferencia, venia la sorpresa… Conocía bien a Manolo y a Cristian, y sabía
que talento no les faltaba, pero jamás los había visto cantar. Se robaron el
show.
Este escrito es para decirles lo
agradecido que me siento del esfuerzo que hicieron para que el evento fuera un éxito.
Estoy muy orgulloso de ustedes, es un honor para mí ser su profesor. En este
poco tiempo que llevo tratando con ustedes les he llegado a tomar un cariño
especial.
Recuerden “LOS DERECHOS SÓLO SERÁN
REALES EN LA MEDIDA QUE LOS CONOZCAMOS, LOS
EXIJAMOS, Y LOS HAGAMOS CUMPLIR”. Ya la semilla está sembrada, esperemos que germine
en sus corazones y que sus frutos se traduzcan en acciones que nos acerquen a convertirnos
en una mejor sociedad.
C.C
No hay comentarios:
Publicar un comentario